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Videos cortos, un problema de salud mental que puede afectar el bienestar del talento
Un análisis científico de casi 100 mil personas revela que el consumo excesivo de videos cortos afecta la concentración, el autocontrol y el bienestar emocional. Para los líderes de RH, este hallazgo abre un frente adicional en la gestión del talento y la productividad.

El auge de contenidos ultrabreves en TikTok, Reels y Shorts no solo está redefiniendo el entretenimiento: también está modificando la manera en que colaboradores —especialmente los más jóvenes— procesan información y gestionan su atención.
Una revisión de 71 estudios con casi 100 mil participantes encontró que el uso intensivo de videos cortos se asocia con menor capacidad de concentración, mayor impulsividad y un incremento en síntomas de ansiedad y depresión. Para los equipos de Recursos Humanos, esta tendencia no es menor: la atención es un activo laboral que se erosiona más rápido de lo que se recupera.
La comunidad científica advierte que este patrón de consumo podría estar vinculado con un mayor número de dificultades relacionadas con el TDAH, sobre todo en población infantil y adolescente, aunque aún se requieren estudios que aclaren la relación exacta.
Expertos subrayan que, si bien existen riesgos cognitivos, también hay beneficios en términos de aprendizaje social y acceso ágil a información; por ello, el desafío no es demonizar el formato, sino comprenderlo y administrarlo como parte del entorno digital que influye en la fuerza laboral.
Para las organizaciones, el tema no se queda en la salud mental: impacta hábitos de trabajo, capacidad de enfoque, ejecución de tareas prolongadas y errores derivados de la fragmentación cognitiva.
La viralidad de los videos cortos —impulsada por algoritmos, emociones inmediatas y gratificación rápida— refuerza patrones de consumo que dificultan el pensamiento profundo. Ante este contexto, RH tiene la oportunidad de fortalecer programas de bienestar digital, rediseñar las reglas de interacción tecnológica en el trabajo y promover prácticas que protejan la atención como un recurso estratégico para la productividad.