• Welbe Academy
  • Posts
  • Sanar de un ambiente laboral tóxico puede tomar hasta 22 meses

Sanar de un ambiente laboral tóxico puede tomar hasta 22 meses

Investigaciones recientes muestran que recuperarse de un ambiente de trabajo tóxico es un proceso largo: puede tomar casi dos años restablecer rutinas emocionales, físicas y cognitivas. Para las empresas, este dato no solo refleja un problema humano, sino un riesgo estratégico: cada caso no atendido se convierte en rotación, ausentismo y pérdida de productividad.

La cifra de “22 meses para sanar” no nació de una tendencia viral: es consistente con múltiples estudios en psicología organizacional. McKinsey Health Institute confirma que los comportamientos tóxicos dentro de las empresas —humillación, exclusión, jefaturas abusivas o microagresiones constantes— son el principal detonante de burnout y renuncias. Y la APA explica que, incluso meses después de salir de ese entorno, el cerebro sigue en estado de alerta permanente, conocido como hipervigilancia residual.

A esto se suma lo documentado por Frontiers in Psychology y Occupational Health Science: quienes han vivido acoso, hostilidad o abuso laboral mantienen alteraciones de sueño, ansiedad elevada y desconfianza hacia nuevos espacios profesionales durante al menos un año después de renunciar. La recuperación implica desprogramar respuestas automáticas al estrés, reconstruir autoestima profesional y volver a conectar con la sensación de seguridad. Es un proceso emocional, físico y relacional que no sucede de inmediato.

Para Recursos Humanos, estas conclusiones envían un mensaje urgente: la toxicidad laboral deja cicatrices que impactan en indicadores críticos. Colaboradores que estuvieron expuestos a climas tóxicos suelen registrar más incapacidades, menor desempeño, caída en participación, rotación temprana en nuevos roles y mayor uso de servicios de salud mental. Invertir en prevención —protocolos claros, liderazgo sano, monitoreo de riesgos psicosociales, evaluaciones periódicas y acceso fácil a apoyo clínico— no es opcional: es la única forma de proteger al talento y estabilizar la operación de manera sostenible.