De acuerdo con la OMS y la OIT, el exceso de trabajo provoca más de 745 mil muertes anuales por causa de enfermedades cardiovasculares y accidentes cerebrovasculares.
Por ello, es imprescindible tomar medidas al respecto y las pausas activas se presentan como una solución simple, eficiente y científicamente respaldada para enfrentar este desgaste.
Las pausas activas son intervalos breves de actividad física, de entre 5 y 10 minutos, incorporados dentro de la jornada laboral, con el fin de movilizar el cuerpo, relajar la mente y reconectar con la energía necesaria para continuar.
No se trata de perder tiempo, sino de ganarlo. Estudios recientes indican que estas breves interrupciones pueden aumentar el rendimiento hasta en un 25% y disminuir las bajas laborales en más de un 35%.
Reducción de dolores musculares al estirar y movilizar el cuerpo.
Prevención de lesiones laborales al activar la musculatura y mejorar la postura.
Mejora la circulación gracias a movimientos sencillos.
Las pausas activas promueven una respiración profunda y controlada, para mantener un ritmo cardíaco estable y una mente alerta.
Mayor energía física al liberar serotonina y dopamina.
Reducción del estrés al romper el ciclo de tensión continua.
Mejora la concentración porque la mente se despeja.
Impulso de la creatividad, ya que al cambiar de postura y enfoque se activan nuevas conexiones neuronales.
Aumento de la motivación.
Fortalecimiento del clima laboral.
Las pausas activas no tienen que ser movimientos complicados, aquí tienes algunos ejemplos de lo que puedes implementar de forma muy sencilla.
Estiramientos guiados: Desde elevar los brazos hasta rotar la cabeza y estirar piernas. Ideales para puestos sedentarios.
Movilidad articular: Ejercicios de cuello, hombros, muñecas, caderas y tobillos. Rápidos, discretos y efectivos.
Respiración consciente: Tres minutos de respiraciones profundas pueden resetear el sistema nervioso.
Ejercicio visual 20-20-20: Cada 20 minutos, mirar 20 segundos a un objeto a 20 pies (6 metros). Previene fatiga ocular.
Mindfulness breve: Un minuto de silencio y conciencia plena ayuda a retomar el control del momento presente.
Ejercicios activos: Sentadillas, elevaciones de talones o rotación de cadera para puestos más dinámicos.
Rutinas de integración: Juegos breves o ejercicios en grupo para fomentar la conexión entre equipos.
El sedentarismo y el estrés están afectando los entornos laborales, así que al promover breves espacios de movimiento se marca una gran diferencia. Para que realmente se arraiguen, deben dejar de verse como un extra opcional y comenzar a formar parte del ADN operativo de la organización. ¿Cómo hacerlo?
No basta con invitar a moverse, primero hay que explicar por qué. Crea una conciencia real a través de sesiones con respaldo científico sobre los beneficios fisiológicos y cognitivos.
Agendar pausas de 5 a 10 minutos en los calendarios colectivos las convierte en parte de la jornada formal. Así como se agenda una junta o un almuerzo, se debe normalizar este tiempo para recargar energía.
Usar pantallas en áreas comunes, notificaciones automáticas o correos breves con recordatorios y rutinas rápidas ayuda a mantener viva la intención. Lo ideal es que estos recordatorios sean variados y atractivos, para evitar que se vuelvan parte del “ruido” informativo del día.
Destinar puntos específicos en la oficina con colchonetas, ligas de resistencia, pósters con estiramientos o rutinas pregrabadas facilita la acción inmediata. El entorno debe invitar al movimiento.
Se puede crear un sistema de recompensas simbólicas por participación, constancia o incluso creatividad en las rutinas. Esto motiva especialmente a equipos jóvenes y fomenta un sentido de juego y comunidad alrededor del bienestar.
Los supervisores y mandos medios deben ser los primeros en pausar, invitar al equipo y participar activamente.
Las pausas activas deben estar contempladas en el reglamento interno y en los programas de salud ocupacional, lo cual garantiza continuidad, respaldo normativo y permite medir su cumplimiento.
Más allá de la pausa en sí, el rediseño del flujo de trabajo puede incluir momentos de pie, rotación de actividades, cambios de postura y tareas dinámicas. Esto complementa la estrategia y evita la rigidez de jornadas excesivamente sedentarias.
Compartir historias de colaboradores que se han beneficiado con la práctica —ya sea en energía, salud o enfoque— refuerza la validez de la estrategia. Se puede integrar en boletines internos, reuniones o incluso pizarras de reconocimiento.
Medir indicadores como percepción de bienestar, reducción de molestias físicas, menor ausentismo o aumento de energía post-pausa permite ajustar la estrategia y justificar su permanencia ante la alta dirección.
Como puedes ver, las pausas activas son una necesidad organizacional que permite a las empresas trabajar mejor, cuidar a su gente y construir culturas más humanas y sostenibles. Invertir cinco minutos en moverse puede parecer poco. Pero, con el tiempo, se convierte en la diferencia entre un equipo agotado y uno que realmente avanza.
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