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Jornada laboral de 40 horas: qué implica y cuál es su impacto

¿Necesitas hacer pausas activas? Pareciera que los pendientes nunca se acaban y en muchas organizaciones, cuya operación tiene un ritmo acelerado, los colaboradores no tienen tiempo ni de parpadear. Sin embargo, este fenómeno no es un reflejo de productividad, sino un síntoma de un posible desgaste acumulado.

La jornada laboral de 40 horas semanales ya es una realidad en muchos países del mundo. En México, este modelo comienza a abrirse paso como parte de un movimiento más amplio hacia condiciones laborales más justas, saludables y productivas.

En 2025, los foros nacionales impulsados por la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS) marcarán el inicio formal de la discusión pública sobre esta reforma. El objetivo es reducir la jornada laboral de 48 a 40 horas semanales de forma progresiva hacia el año 2030, buscando dignificar el trabajo sin comprometer la productividad ni la viabilidad económica de las empresas.

¿Por qué se discute en México el cambio de horas para la jornada laboral?

México es uno de los países de la OCDE donde más se trabaja, pero no necesariamente donde más se produce. La jornada semanal de 48 horas, vigente desde hace décadas, no solo resulta excesiva en muchos casos, sino que tampoco se cumple formalmente.

Ante este panorama, la jornada de 40 horas se plantea como una herramienta de equidad y modernización laboral. Se trata de devolver tiempo a las personas sin renunciar a los objetivos organizacionales. Además, busca alinear al país con estándares internacionales: según la OIT, más de la mitad de las naciones del mundo ya aplican este esquema, incluyendo Ecuador, Chile y Canadá.

¿Qué implica una jornada laboral de 40 horas?

Lejos de imponer un solo modelo rígido, la reducción de jornada contempla esquemas adaptables a distintos sectores productivos. Algunas opciones que se han puesto sobre la mesa incluyen:

  • Cinco días de trabajo con ocho horas diarias, con descanso sábado y domingo.

  • Seis días laborales de alrededor de 6 horas y 40 minutos por jornada, manteniendo un solo día de descanso.

  • Cuatro días de trabajo con jornadas de 10 horas, ofreciendo tres días de descanso consecutivos.

Esta flexibilidad busca garantizar que las operaciones de sectores como manufactura, hospitalidad o servicios ininterrumpidos puedan ajustarse sin afectar su continuidad ni su competitividad.

Impacto en la productividad y la rentabilidad empresarial

Uno de los temores más comunes ante la reducción de la jornada es una posible caída en la productividad. Sin embargo, diversos estudios internacionales han demostrado que menos horas no significan menor rendimiento, sino un uso más eficiente del tiempo y una mayor concentración durante las tareas.

Las empresas que ya han probado esquemas más cortos —como semanas laborales de cuatro días— reportan mejoras en motivación, menor rotación de personal y reducción del ausentismo. También destacan beneficios en reputación empleadora y atracción de talento.

Aunque, también puede implicar mayores costos laborales si la productividad no aumenta lo suficiente para compensar la reducción de horas, especialmente en operaciones continuas.

Eso sí, la transición requiere planeación, por lo que necesitará:

  • Invertir en organización y tecnología que permita hacer más con menos tiempo.

  • Rediseñar procesos internos para enfocarse en resultados, no en horas de presencia.

  • Capacitar a líderes y equipos para adoptar nuevas dinámicas laborales con visión estratégica.

¿Cómo afectan 40 horas a la salud y el equilibrio vida-trabajo?

Más allá de la eficiencia operativa, la discusión sobre la jornada laboral toca un aspecto fundamental: la salud de las personas. La sobrecarga laboral está asociada a riesgos físicos y psicosociales, como estrés crónico, fatiga, trastornos del sueño y menor capacidad de recuperación.

Reducir la jornada es también una forma de invertir en bienestar, permitiendo a los colaboradores disponer de más tiempo para convivir con su familia, alimentarse adecuadamente, hacer ejercicio o simplemente descansar. Es una apuesta por mejorar el equilibrio entre la vida laboral y personal, lo cual repercute directamente en el clima organizacional, el compromiso y la lealtad hacia la empresa.

En sectores con turnos extensos o actividad continua, como turismo o manufactura, esta transición puede ser más compleja, pero no imposible. Escalonar horarios, ampliar pausas activas o introducir jornadas piloto son estrategias viables para iniciar el cambio de forma progresiva.

La jornada de 40 horas no es un fin en sí mismo, sino el comienzo de una nueva cultura laboral centrada en el ser humano. Desde Welbe, creemos que la salud ocupacional debe acompañar cualquier reforma laboral, no como un apéndice, sino como un eje central del éxito organizacional. Porque cuando las personas tienen tiempo para vivir, también trabajan mejor.

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