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Cuidado con el compañero parásito; un perfil que RH debe observar
Un video viral ha puesto nombre a un perfil más común de lo que parece: el “compañero parásito”, esa figura cordial en apariencia pero dañina en la práctica. Aunque no siempre encaja en la definición legal de acoso, expertos advierten que este comportamiento pasivo-agresivo puede convertirse en un riesgo psicosocial que impacta la salud mental, la confianza del equipo y el clima laboral.

Un breve video del experto en Recursos Humanos Francisco Fernández ha desatado una conversación masiva sobre un personaje presente en muchas oficinas: el “compañero parásito”.
Según su descripción, se trata de colegas que se muestran cercanos y comprensivos, pero que, cuando nadie mira, siembran dudas, rumores o comentarios sutiles ante jefes y mandos para erosionar la reputación de otros. Este comportamiento encaja con lo que la psicología organizacional define como hostilidad pasivo-agresiva: una forma de influencia silenciosa que mina la confianza y actúa desde la sombra.
A nivel global, la Organización Internacional del Trabajo estima que casi una de cada cuatro personas ha experimentado violencia o acoso en algún momento de su carrera. Aunque el “compañero parásito” no siempre cruza el umbral legal del mobbing, sí contribuye a un clima insano donde proliferan la ansiedad, la depresión y el desgaste emocional, de ahí la importancia de que los líderes de Recursos Humanos lo tengan en cuenta.
Lo más preocupante es que este perfil se camufla con facilidad: no grita, no deja correos agresivos, y rara vez permite evidencias directas. Suele operar omitiendo información, retrasando entregas o presentándose ante la dirección como un aliado bienintencionado mientras desacredita a otros.
Frente a esto, los especialistas en RRHH advierten que la solución no puede recaer únicamente en quienes sufren estas dinámicas. Las empresas deben tratar estos comportamientos como riesgos psicosociales, no como simples “problemas personales”: formar líderes para detectar señales tempranas, establecer canales de denuncia confidenciales y fijar consecuencias claras para quienes sabotean el clima laboral. Solo así se protege el capital más valioso de cualquier equipo: la confianza.